Cartagena, Colombia (1962)

La obra de Jorge Jurado ha transitado por diversos estilos y tendencias, ha experimentado con distintas técnicas y materiales, y ha indagado acerca de diferentes conceptos relacionados con la pintura en la  búsqueda de una manera de expresión que le permita plasmar sus apreciaciones acerca del arte y de la vida. Es por ello que en algunos períodos su trabajo ha incluido representaciones realistas simultáneamente con formas abstractas o ejercicios en claroscuro al tiempo con áreas planas de color, sembrando cierto desconcierto en el público acostumbrado a la ortodoxia estilística propia de la modernidad. Gracias a estas inusuales combinaciones, sin embargo, Jurado ha cimentado las bases de un lenguaje propio que le ha permitido, tanto una aproximación sui generis a la pintura, como un particular entendimiento de las conexiones, a veces no muy explícitas, que existen entre diferentes capítulos de la historia  del arte.  

Intenciones que profundizan en estos propósitos respaldan sus obras más recientes, pinturas de gran luminosidad en las cuales el observador capta primero el espíritu festivo, refulgente, planimétrico, de sus colores, pero para concentrarse posteriormente en los detalles que aparecen diseminados sobre el lienzo como círculos, formas irregulares e inclusive representaciones de objetos, y para percatarse especialmente de la figura central donde se condensa la parte más elaborada y más determinante del contenido de sus producciones. Son pinturas que parecen nutrirse de todos sus experimentos anteriores, compendiarlos, resumirlos, pero controlados, permitiendo aflorar sólo aquellos valores o atributos que lo entusiasmaron o sedujeron originalmente en relación con las obras maestras más cercanas a sus afectos, y que, por ende, ejemplifican una buena proporción de su credo pictórico.